martes, febrero 28, 2006

sobre la contemplación de la historia.

Ismael Mercado, en el XXXI simposio de A e H.

jueves, febrero 23, 2006

Tenías el vestido más horrible de todo el tendido...A. Calamaro
I
Lo ideal es que a uno le salgan las cosas como uno quiere. Sin embargo, las impredecibles situaciones que te pone el destino manifiesto –whatever that means-; en ocasiones resultan más fructíferas e intensas que las expectativas que uno se genera por cuenta propia.
Por ejemplo, la noche que te encontré en aquél bar, de veras que lo que menos traía en la cabeza, era prenderme de alguien. Mi única intención era pegarme unos tragos e irme a dormir. Pero bueno, las cosas pasan y la mera verdad estoy bastante agradecido de haber coincidido contigo en ese tiempo y en ese espacio; sobre todo por haberme topado con alguien que a flor de piel proyectaba sensibilidad ante la vida.
Tantas son las coincidencias que miro en tu persona, que estoy casi seguro, de que tú, al igual que yo, también prestas atención a ese movimiento ocioso de traslación y rotación de la tierra.

II
En los últimos días, cada vez que me siento a leer mis frivolidades en la sala de mi casa, es inevitable mirar de reojo las cajas que me dejaste encargadas, todas repletas de ti. Con tus pertenencias amontonadas una arriba de otra. Tu ropa, tus zapatos negros, el kit para hacer velas de colores y bienolientes, tu portafolio negro repleto de textos académicos, el oso de peluche que –según me dijiste-, te acompañó en tantas aventuras emocionales, la mochila de tus viajes; todo, todo amontonado. Al igual que el titipuchal de memorias que construimos juntos y que se quedaron aquí dentro hechas un solo liacho.
Hasta ahora caigo en cuenta, de la importancia –casi religiosa- que en un momento dado, pueden adquirir los objetos. ¿Quién diría que un par de cajas hueveras aderezarían mi existencia? Y es que nunca antes, unas cajas de cartón viejo y reciclado habían tenido tanta importancia. Con decirte que hasta ya se han convertido en documentos históricos personales, pues con solo verlas, me transportan invariablemente, a esas tardes llenas de emoción por compartirnos, a esas noches de flirteo en que nos escapábamos al techo de tu departamento a conocernos y fumarnos juntos, a conectarnos con la dimensión de la risa y de los ojos rojos, a compartir anécdotas acumuladas y reflexiones entrañables sobre cualquier cosa.

III
Últimamente no he podido conciliar el sueño, por lo que algunas noches me he levantado con vehemencia de la cama, a media madrugada, de puntitas, a hurtadillas, como queriendo robarle sonido al ruido –o viceversa- para no despertar a nadie, solamente para olerte en tus cajas y saberte distante. Pero aun estando entre sueños, tu mirada inocente no me engaña.

Cierro los ojos y te imagino caminando por algún pueblito pintoresco del sur de México, entre burros, perros y gallinas, avanzando por sinuosos caminos, llenos de charcos, trabajando codo a codo con la gente, dando cátedra nutricional a niños hijos del México del olvido, de la ignominia, a donde los programas sociales nunca llegan. Te he soñado caminar por un campo lleno de flores amarillas, entre caritas chorreadas y miradas displicentes, queriendo componer el futuro, amurallando su destino, regalando bocanadas de esperanza.

Una vez un amigo me dijo, que hasta el destino se había vuelto corrupto. Ingenuamente le creí. Días después, me topé con tu existencia y saz! me volteaste la tortilla.

La moneda, una vez más esta en el aire. Esperemos que no caiga por el lado equivocado.

martes, febrero 21, 2006

Con lujuria de hotel.

...y entonces regresé a mi casa, y por la noche tuve un sueño.